29 de noviembre de 2009

SILVIO RODRIGUEZ. 63 AÑOS DE VIDA DEL MÁS PROLÍFICO HACEDOR DE CANCIONES DE HISPANOAMÉRICA





Siempre que se hace una historia, se habla de un viejo, de un niño o de sí, pero esta historia es difícil, no voy a hablarles de un hombre común, haré la historia de un trovador cubano, revolucionario, que hoy cumple 63 años de vida.

Silvio Rodríguez es, para muchos, el más grande cantautor. En él no sólo encuentran una figura política,sino que además es posible el hallazgo del más grande autor de canciones de amor que ha dado la Hispanidad.

Su fama ha trascendido las fronteras de Cuba, hacia toda Latinoamérica, España, los Estados Unidos y en muchos de los países

Llegué por San Antonio de los Baños

Silvio nació en una pequeña localidad cubana, San Antonio de los Baños, el día 29 de Noviembre del año 1946. Pasó su temprana infancia en el barrio de La Loma, en el susodicho pueblo, a sólo 36 kilómetros de La Habana. San Antonio es un pueblo pequeño, que rompe con el paraíso maderero que supone el ancho valle en que se encuentra. Gran parte de la población se dedicaba entonces a la industria tabaquera, sin olvidar la notable producción textil, de especias para sazonar y de levadura de cerveza. Muchos de sus habitantes se habían dedicado al campo de la comedia, en tal grado que el pueblecito mereció el pseudónimo de San Antonio del Humor.

Sus influencias musicales infantiles no se limitaban sólo a la bolerística y sonera de su madre, sino que desde niño tuvo a su tío, que formaba parte de la Jazz Band Mambí, tocándole rumbas a pie de cuna. Su abuela, entre tanto, le dormía con las canciones de la radio. En su familia había gran tradición melódica: su madre, Argelia Domínguez León, había formado, en su juventud, un dúo con su hermana. La primera canción que Silvio recuerda de aquellos tiempos se titula El Colibrí.

Animado por sus amigos, el padre de Silvio, Víctor Dagoberto Rodríguez Ortega, presentó al niño en el concurso radiofónico Buscando Estrellas, donde cantaban noveles promesas.
El Aprendiz ganó el Primer Premio ante concursantes mucho mayores.

A la edad de los cuatro años su tío le regaló su primer instrumento: una tumbadora. El joven pasaba horas tratando de imitar las melodías que escuchaba.

Fue entonces cuando se mudaron a La Habana. A los cinco años, fue llamado Silvio a otro concurso de radio. Cantó en inglés, algo así como We are happy today, ganando un pastel y diez pesos. Fue la primera vez que ganó el joven dinero, y lo celebró volviendo entusiasmado para contarle a su madre que "había ganado dinero de papel".

A sus siete años, Silvio pasaba horas captando perdidas notas que salían del Conservatorio. Dagoberto, asombrado de esta inusual melomanía, decidió que empezara a estudiar piano.

Estado en quinto grado tuvo su primer contacto con Martí a través de La Edad de oro, una revista didáctica por él escrita y dirigida a los niños. Su padre, además, acompañaba su formación con fábulas de Esopo y un poema de Rubén Darío especialmente bueno para él: Los motivos del lobo.


A la edad de los nueve hizo a su padre construirle una pequeña guitarra de formica, algo así como un juguete, influenciado por Elvis Presley. Fue tras ver El príncipe valiente cuando escribió sus primeros versos, que empezaban diciendo "Los antiguos caballeros no tenían miedo a nada".

Su padre se preocupaba por su formación, y le inculcó, involuntariamente, una afición a los libros de Ciencia-Ficción que aún hoy conserva, y que le ha llevado a tener una de las bibliotecas más importantes de Cuba.

Silvio volvió con su madre y su hermana pequeña a San Antonio. Por esa época era muy conocido Narciso El Mocho, un viejo que vendía papalotes y tirapiedras; y que invitaba a los niños cuando tenía algún encargo especial. En su lecho de muerte, todos los niños lo visitaron conteniendo las lágrimas. Tiempo después, Silvio le dedicó una canción: El Papalote

Triunfo de la Revolución

El primero de Enero del 59, los Rodríguez amanecieron con la noticia del derrocamiento del dictador Fulgencio Batista. Esa noche, Ernesto Che Guevara fue multitudinariamente recibido en La Habana, mientras Fidel entraba aclamado en Santiago de Cuba. Cuando el 8 de enero Fidel, Camilo Cienfuegos y el resto de guerrilleros entraron en la capital, Silvio ya estaba allí, acogiendo en su casa a campesinos que llegaron a La Habana sólo para admirar a los revolucionarios.

Cuando Silvio comenzó el bachillerato en la escuela Carlos J. Finlay de La Habana se encontró con una profunda reforma educativa. Asistía a clase de noche y organizaba actividades políticas de día. Así conoció al joven Vicente Feliú, que era un muchacho muy activo que siempre participaba en las movilizaciones, y que fue uno de los fundadores de los comités vecinales para la defensa de la Revolución, con sólo 12 años. Desde principios del 69 Silvio pertenecía a la Juventud Socialista de San Antonio, y en el 60 se integró en la Asociación de Jóvenes Rebeldes.

La madre de Silvio se casó con Rolando y se instaló en una casa a pocos metros de la de Dagoberto, abriendo allí su propia peluquería. Pero el joven era muy tímido y, cuando la casa se llenaba de mujeres, él se escondía debajo de la cama y pasaba horas leyendo. Un día vio Fantasía y su admiración por la música clásica fue, desde entonces, en aumento. Frecuentaba la fonoteca de la Biblioteca Nacional José Martí, donde pasaba horas escuchando a los grandes clásicos.

Paso un poco de tiempo y Silvio se convirtió en un joven algo melenudo, intranquilo, con ojos apasionados, ardoroso y con temperamento exuberante. Su primera afición fue la pintura y la caricatura. Por entonces lo llamaban Pucho, porque dibujaba historietas con un perrito de ese nombre.

Sin abandonar la pintura del todo, paso a la guitarra. La poesía comenzó a rodar por sus manos con una velocidad vertiginosa. Una, dos, tres y hasta cuatro canciones por día, al principio cándidas, siempre encendidas y tiernas, con un mensaje capaz de revolver al más exigente auditorio.

Las letras se fueron tornando maduras, agresivas también, “contra toda cabeza acomodada”.

En Cuba se decía que había grupos de cubanos disidentes que recibían entrenamiento militar en Florida. El 20 de enero de 1961 ascendió Kennedy a la presidencia, y autorizó a la CIA a preparar un plan de invasión. A principios de abril se presentaba inmediato, por lo que Fidel movilizó todo el ejército y la milicia, poniendo al país en pie de guerra. El día 15 comenzaron los bombardeos sobre La Habana, Santiago de Cuba y San Antonio de los Baños.

El día 16, por si no estaba la cosa caliente, Fidel declaró oficialmente la revolución como socialista, con las palabras "Ésta es una revolución de los humildes, para los humildes, por los humildes". Los bombardeos comenzaron ese día sobre la base de San Antonio. El día siguiente, unos mil quinientos soldados desembarcaron el Bahía Cochinos, entre Playa larga y Playa Girón. Terratenientes, industriales y militares de batista eran los invasores, y la lucha se prolongó hasta el 19 de abril, cuando los cubanos ganaron la primera batalla a Estados Unidos en América. Los prisioneros eran entregados un año después a cambio de material médico.

En 1961 con solo catorce años, Silvio participó en las Brigadas de Alfabetización y se entregó a la misión de enseñar a escribir a campesinos. Las escuelas pararon su actividad durante un año, y unos cien mil jóvenes se apuntaron a convivir entre seis y ocho meses con familias campesinas.

Al principio, su madre se mostró reticente, pero accedió al deseo de Silvito. Formando parte de la Brigada Conrado Benítez, marchó a las montañas, donde conoció la miseria y la ignorancia entre bandas contrarrevolucionarias. Pronto todo el territorio se pintó de azul, y en diciembre se declaró a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo.

Poco después, el joven Aprendiz comenzó a interesarse por el dibujo, en especial el humorístico. Compraba habitualmente la revista Mella para la cual se ofreció como dibujante, por recomendación de su padre, se ofreció. A principios de 1962, con 15 años, comenzó a trabajar en la revista. Silvio dibujaba una historieta muy profunda, que se llamaba El hueco.

Silvio ponía mucho empeño y la revista, en pago, le compraba libros para que pudiera profundizar. Conoció en esa época a Víctor Casaus, Luis Rogelio Nogueras, Guillermo Rodríguez Rivera y otros, amén de conocer libros de Poe, Guillén, Neruda, etc.

Fue entonces cuando se encontró con la guitarra. Lázaro Fundora, un compañero dibujante, tocaba en un trío como aficionado y le enseñó a Silvito sus primeros acordes. Una tarde estaba Silvio con sus amigos cuando alguien apareció con una grabadora. La grabadora era un objeto extraño, y aquellos muchachos vieron factible encerrarse durante horas y cantar. El Aprendiz improvisó el Rock de los fantasmas. Fue su primera canción.

Como no se podía llevar el piano al ejército, compró una vieja guitarra que pintó por completo. Para él era un honor el servicio de tres años, pasó un curso de infantería y se le destinó a la unidad de paracaidismo, luego se hizo telegrafista. Aquí afinó su oído hasta que, en 1964 empezó a trabajar en la revista Venceremos, en La Habana. Conoció a Esteban Baños, que le enseñó algunos acordes.

En ese instrumento encontró el compañero perfecto para no aburrirse, el perfecto remedio del tedio. Compuso sus primeras canciones y cantó boleros y calipsos.

Sus canciones de aquella época fueron: Saudade, En esta Melodía en que te vas, El viento eres tú, De que valen mis razones, La cascada, Atavismo, La otra presencia, Cuando el sol se pierde y Es Sed (1964).

En 1965 empezó a trabajar en Verde Olivo, donde estuvo hasta el final de su servicio militar. Conoció a Teté Vergara entonces, que le enseñó lo que fue la vida del artista en otros tiempos, e iba a su casa a escuchar su plática. Trabajaba muy entusiasmado, hasta el punto que incluso le propusieron dedicarse al periodismo.

Cuando tenía guardia, Silvio cogía la guitarra y tocaba hasta altas horas de la madrugada. En ella plasmaba su genio, dejaba algo de su enorme capacidad. Los compañeros lo animaron y se presentó a festivales de aficionados de las FAR. Con Luis López, un compañero de revista, cantó dos canciones suyas, con corbata y americana. Era la primera vez que actuaba así. El poeta y director de la revista Luis Pavón Tamayo lo descubrió una noche pasando unos poemas a máquina, descubrió su talento y le recomendó algunas lecturas.

Por entonces conoció a Emilia, una chica que le enseñó muchas cosas, y le descubrió el mundo de Vallejo, de sus imposibles adjetivos, de sus increíbles sustantivos.

Más tarde, el propio Silvio confesaría que Ojalá, Te doy una canción, como muchas otras, fueron escritas para Emilia.

Silvio quería hacer canciones diferentes, cada vez más complejas. Así, compuso en el 66 Y nada más.

Silvio tuvo una influencia clara y directa de la Trova Tradicional Cubana. Entonces llegaron Los Beatles a sus oídos.

Un amigo le propuso conocer a Belinda Romeu, que hacía canciones desde joven. Aceptó. Tocó seis o siete canciones, y un hombre salió de una puerta: el padre de la cantante. Quedó prendado de las canciones de Silvio, y le propuso hacer una prueba de grabación.

El 12 de Junio del 67 Silvio dejó el ejército, tras tres años y tres meses y más de cien canciones compuestas. Al día siguiente se presentó en televisión, en el programa “Música y Estrellas”, con las canciones: Sueño del Colgado, La tierra y Quédate.

Un productor -contaría Silvio más tarde- se me acercó un día a darme este consejo: “Muchacho, con el ángel que tu tienes, serías una estrella en un par de meses si no cantaras canciones tan raras.”

Tres meses después, ya trabajando de manera fija para la TV, Silvio comenzó a hacer el programa “Mientras tanto”, una emisión semanal de treinta minutos de duración dirigida por Eduardo Moya y escrita por Víctor Casaus.

Aquel programa - en las condiciones técnicas de la Televisión cubana a la altura del año 1967- fue una pequeña hazaña, a la que el trovador aportó, además de sus canciones, la simpatía de su figura juvenil y aquel «ángel» de que le hablara el productor de marras.

El programa se transmitió cada sábado a las 8:30 de la noche, desde septiembre del 67 hasta principios del año siguiente,

Los festivales se fueron sucediendo desde entonces. En 1967 Silvio da su primer recital, denominado Teresita y nosotros, dedicado a la trovadora Teresita Fernández. El 29 de junio de 1967 se celebra en La Casa de las Américas de La Habana el primer festival de Música Protesta. Hubo más de 50 participantes de todos los continentes. Ahí arrancó su carrera. Por entonces se hace miembro de la ICAIC (Instituto Cubano de las Artes y de Industria Cinematográfica), donde compone, junto a otros artistas, canciones para las películas cubanas.

Como compositor del ICAIC, Silvio participa en la música de varios documentales como Testimonio, El hombre de Maisinicú, Al sur del Maniadero y La Nueva Escuela. A ésta época corresponden temas como La era está pariendo un corazón y Canción del elegido.
En esos años marcha a Angola a luchar junto a las FAR. Allí se hace gran amigo de Pablo Milanés.

En 1969, se enrola en el barco pesquero Playa Girón, y navega durante casi 5 meses por el Atlántico y las costas africanas (haciendo escala en Gran Canaria, Lanzarote y Senegal).

En septiembre de 1969, cuando zarpó de La Habana en el motopesquero "Playa Girón", incluso fuera de Cuba el núcleo inicial del después llamado "Movimiento de la Nueva Trova", del que fue uno de sus fundadores, "ya era calificado por algunos como un urticante pero insoslayable suceso de la revolución cubana". Cuatro meses y dos días estuvo de travesía, en los cuales quedaron 62 canciones, muchas de ellas inéditas,

El viaje en el Playa Girón representó para Silvio dos aspectos importantes: "El primero una especie de regresión a lo más primitivo del hombre. Ver al hombre en constante lucha contra el medio ambiente, ser partícipe de esa lucha, es algo inenarrable, emotivo. El otro es tener conciencia de lo que representa esa Flota pesquera a miles de kilómetros de nuestras costas, pescando por el futuro"

Hacía dos que había concluido el servicio militar, llevaba 27 meses de "artista profesional" y sentía pánico por las luces y las cámaras lo que, confiesa, "me sucede todavía".

La primera canción que compuso a bordo del barco fue Un barco sigue al mundo, el día 27 de septiembre de 1969. La última, coincidiendo con el final de la recogida, fue Al final de este viaje en la vida, el 28 de enero de 1970, cuando regresó a bordo del pesquero Océano Pacífico.

Además, otras canciones como Ojalá, El rey de las flores, Resumen de noticias, Jerusalén, año cero y Cuando digo futuro fueron compuestas a lo largo de la travesía en el motopesquero.

A principio de los 70, junto con Pablo Milanés y otros de los que luego formarían parte de la Nueva Trova, empieza a formar parte del Grupo de Experimentación Sonora (GESI) que se encargaría de grabar bandas sonoras de distintas películas y documentales cubanos. Recibe una completa educación musical de la mano de maestros como Leo Brower. El GESI investigaría y fusionaría elementos de la música tradicional cubana y brasileña, el rock, el jazz, la música clásica, la música electrónica, el happening, el fenómeno beat, etc, dando como resultado un original sonido.

De esta época son algunas grabaciones como Fusil contra fusil; Papalote; Cuba va (junto a Pablo Milanés y Noel Nicola); De la ausencia y de ti, Velia; El Mayor; Granma (una espectacular obra colectiva); La Oveja Negra; Si tengo un hermano. Estas canciones serían editadas años más tardes en discos como los tres del GESI,

En 1972 hace gira por Alemania y Chile, donde actúa con Isabel Parra (hija de Violeta) y Víctor Jara (quien moriría asesinado al año siguiente tras el golpe militar de Pinochet). Ese año se celebraría en la Habana el “Encuentro de música latinoamericana”. A finales de año, el 1º de diciembre, Silvio, Pablo y otros nuevos cantautores cubanos, la mayoría vinculados al GESI (Noel Incola, Eduardo Ramos, Augusto Blanca, Pedro Luis Ferrer, Santiago Feliú, Vicente Feliú, Sara González, Pancho Amat , se unen para formar la Nueva Trova Cubana y se dedican a buscar a nuevos trovadores por toda la isla.

En 1973 se celebró en la República Dominicana el festival internacional de cantautores “7 días con el pueblo”, al que asistieron además de Silvio, Mercedes Sosa, Ana Belén, Víctor Manuel, Pi de la Serra. Posteriormente viaja por toda Latinoamérica.

Discografía

En 1975, cuando lleva ocho años de profesional y ha compuesto cientos de canciones, saca al mercado su primer disco en solitario, titulado “Días y Flores“.

En 1976, Silvio se alista como miembro de la “brigada artística” para ir junto con las brigadas internacionalistas cubanas a la guerra de Angola.

Tras hacer la canción Testamento, marcha hacia ese país, donde compone entre otras Canción para mi soldado, Pioneros y La gaviota. A su regreso hace una gira por España, donde grabaría acompañado sólo de su guitarra el disco “Al final de este viaje...” donde cantaba algunas de sus primeras canciones (algunas de ellas ya grabadas con el GESI y editadas en discos recopilatorios), como Ojalá, La era está pariendo un corazón, Canción del elegido y Óleo de mujer con sombrero (perteneciente a una tetralogía pictórica). Su siguiente disco, en 1979, también sería sólo con guitarra, aunque ya con una técnica más madura, se tituló “Mujeres” con temas como Adonde van, el humorístico Cierta historia de amor, y Qué hago ahora (¿dónde pongo lo hallado?).

En ese año, Silvio estuvo en París, acompañado de otros notables cubanos, para visitar la tumba del poeta peruano César Vallejo. Julio Cortázar le indicó que los restos de Vallejo se encontraban en el cementerio de Montrouge. Ante su tumba, Silvio escribió un texto en nombre de todos los asistentes. La nota que dejaron sobre la lápida decía:

César:
Como una vez nos prometimos hace años, aquí estamos todos ante ti en el primero que llega a tus restos. Victor Casaus, Antonio Conte, Guillermo Rodríguez Rivera, Luis Rogelio Nogueras, Raúl Rivero y Silvio Rodríguez. Cubanos de la Revolución.

Paris 20 marzo de 1979.

A partir de entonces empezaría a hacer giras por toda Latinoamérica, y el Estado español. En 1980 grabó “Rabo de Nube”, donde combinaba elementos acústicos con teclados y sintetizadores, con temas como Vamos a andar, Fábula de los tres hermanos y Testamento.

En 1982 grabó “Unicornio”, que incluía la canción de mismo título que luego se convertiría en la posiblemente más famosa de Silvio. El disco, con una orquestación más rica que el anterior, incluía además la Canción urgente para Nicaragua, un homenaje a la revolución sandinista, Por quien merece amor, un canto a la solidaridad internacionalista cubana, La Maza, Son desangrado y otros temas de temática diversa.

En la gira estaría acompañado por Pablo Milanés y tres músicos más. El concierto en Argentina, con la colaboración de músicos como León Giecco o Piero, sería editado luego en disco. En 1983 colaboraría en el disco de Aute “Entre amigos”. En 1984 grabó el disco triple “Triptico”, acompañado de EGREM, antiguos músicos del GESI, y las cuerdas de la Camerata Brindis de Salas, con colaboraciones como Anabel López, Pablo Milanés, Pancho Amat y el grupo Manguaré. En 1985 colaboraría en el disco Querido Pablo, donde el cantautor Pablo Milanés, en un disco producido por Víctor Manuel, daría un repaso a sus viejos temas con nuevos arreglos y con colaboraciones de viejos amigos cantautores y escritores. A Silvio le corresponde cantar uno de los temas más conocidos: Yolanda.

En 1985, Silvio Rodríguez comenzaría una gira con el grupo Afrocuba, dirigido por Oriente López, y con algo más de 10 músicos. Con ellos grabaría en 1986 en Madrid el doble disco “Causas y azares” (con temas como Te conozco, con una bellísima coda instrumental, Sueño de una noche de verano, en ambiente de rock and roll, Canción en harapos, una crítica a la hipocresía y la comodidad “pequeñoburguesa” con la que él mismo se golpea para no caer en ella, Réquiem, una triste canción de desamor y No hacen falta alas).

En 1988, entre Londres y La Habana, graba el doble “Oh melancolía” (con temas como el feminista Eva; una reflexión sobre quien fue realmente, si es que existió, Jesucristo: Jerusalén año cero; un tema en el que habla de sus sueños infantiles de viajar al espacio: En el jardín de la noche; o un tema de salsa bastante mal visto por los críticos: El extraño caso de las damas de África).

Posteriormente, en 1990, Silvio haría gira con el mítico grupo cubano Irakere y el gran pianista Chucho Valdés. Tras la apertura democrática en Chile, Silvio viajaría con su grupo a ese país y daría un concierto en el Estadio Nacional de Santiago, ante 80.000 personas. De este concierto saldría un disco en el que aparecerían temas no grabados en estudio como Venga la esperanza o la bellísima El hombre extraño dedicada a Víctor Jara.

En 1992 hizo gira con Diákara (con músicos de Afrocuba e Irakere). Por esa época empezaría a apoyar a músicos de la llamada Novísima Trova Cubana, como Carlos Varela; y colaboraría en discos de distintos artistas y grupos como Taller Canario.

En ese año hacía su aparición el disco “Silvio”, el primero de una trilogía en principio sólo con guitarra.

En el cuadernillo del disco, Silvio explica el origen de algunas de esas canciones, como “Compañera”, “que más bien debería llamarse “Hijas”, por ser una canción a mis canciones”. Destacan, El Necio, Hombre, Monólogo y Abracadabra, una canción que Silvio advierte como un sortilegio para conjurar algún maleficio.

Le seguirían “Rodríguez” (1994) y “Domínguez” (1996). Esos discos con una gran aceptación entre el público, incluían temas como Quien fuera, La guitarra del joven soldado (recordando su juventud), el swing La desilusión, El escaramujo, Flores nocturnas, Desnuda y con sombrilla (un curioso tema erótico), Ala de colibrí, Canción del trovador errante (un tema totalmente hablado con un efecto de fondo electrónico), Me quieren (un divertido tema sobre sus “enemigos”) o Reino de todavía. Esta trilogía casi sólo con guitarra (con pequeños toques de percusión y tímidos elementos eléctricos en “Domínguez”, (donde colaborarían la madre y la hermana del cantante), se vio completada con “Descartes”, disco en el que incluyó temas que, por alguna razón, habían quedado fuera en el tríptico que divide su nombre.

En 1993 grabaría con Luis Eduardo Aute el disco en directo “Mano a mano”, y volverían a hacer gira juntos a finales de los 90.

Nuevamente el cine argentino solicitó la intervención de Silvio para musicar una película, en 1995, la canción Debo, incluida en el disco “Rodíguez”, fue el tema principal del filme “Fotos del alma”, que toca el tema del SIDA.

En 1999 editó junto con el guitarrista Rey Guerra el disco “Mariposas”, con la colaboración de la compañera de Silvio, Niurka González, tocando la flauta en dos temas. Incluiría temas como Olivia, Viñeta o Sin hijo ni árbol ni libro. Después de un periodo sin giras se puso manos a la obra para componer y arreglar su siguiente disco que sería orquestal, “Expedición”, que sería editado en el 2002, y en el que participaron miembros de la Orquesta Nacional de Cuba, estudiantes de música, algunos de los músicos habituales en la discografía de Silvio (Anabel López, Pancho Amat, Niurka González, Yanela Lojos, etc...), y miembros de Diakara. Incluye temas como Tiempo de ser fantasma, Sortilegio, Fronteras o Anoche fue la orquesta.

En 2003 grabó "Cita con ángeles", un disco repleto de grandes colaboraciones y con temas que hacen alusión a la situación actual del mundo, con una canción dedicada a la Guerra de Irak, y un homenaje a Salvador Allende.

Para Silvio se trata de un disco inspirado, grabado con un mismo pulso y estado de ánimo, que tiene mucha unidad, dedicado a sus hijos y a su primer nieto, especialmente en la hermosa canción Mi casa ha sido tomada por las flores.

Sin duda, resultó muy interesante conocer cómo Silvio fue pensando Cita con ángeles y para ello invitó a un grupo de artistas ángelicos: Niurka González, en la flauta; Pancho Amat, Frank Fernández, Chucho Valdés, Leo Brouwe, Tata Güines, Juan Formell e Ilmar López Gavilán y para el coro a Amaury Pérez, Noel Nicola y Vicente Feliú, entre otros son algunas de las colaboraciones de lujo que podremos disfrutar en Cita con ángeles.

En 2006 salió un disco muy deseado por todos sus seguidores: “Érase que se era”, una recopilación de viejos temas compuestos por el cantautor, especialmente en la década de los 70, definido por el propio Silvio como “una arqueología” de sí mismo.

Para principios del 2010 se espera que su siguiente disco vea la luz. El cual ya ha sido grabado con el nombre de “Segunda Cita”. De esta grabación, el cantautor dio a conocer la letra de algunos temas en 2008. Y en su más reciente gira incluyó “El gigante”, además, a través de internet ya circula la versión definitiva del bolero llamado “Demasiado”, dedicado a César Portillo de la Luz.



En la ciudad de Lima, el 23 de febrero de 2007, recibe el grado de doctor Honoris Causa por parte de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos "En mérito a su excelencia artística".

La más reciente actividad destacada de Silvio Rodríguez ha sido su presentación en la segunda versión del concierto patrocinado por Juanes, “Paz sin fronteras”, conjuntamente con otros artistas del género popular como Olga Tañón, Amaury Pérez, Danny Rivera y Miguel Bosé, entre otros, éste último calculó un lleno de un millón ciento cincuenta mil personas (1.150.000), que plenaron la Plaza de la Revolución, en La Habana, Cuba.

Se conoce muy poco de la vida personal de Silvio. Con mucha razón, él ha tratado de mantener su vida privada al margen de su trabajo como músico. Silvio tiene cinco hijos, tres varones y dos hembras, la mayor es Violeta, Silvio Lian, José Ernesto, – su copia fiel, dice-, Mauricio tiene doce años, Malva, la más pequeña, nació con poco menos de un mes de diferencia de su nieto Diego que ya cumplió 6 años.

Con la idea de preservar las canciones de él y de otros, surgió la idea de crear un estudio de grabación en Cuba. Así que le planteó al gobierno la posibilidad de utilizar las ganancias de sus conciertos para este fin. Comenzó la construcción a finales de los noventa, pero los planes se detuvieron. Entonces el presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión puso a su disposición una casa y allí construyó el estudio "Ojalá". La principal función de este proyecto es proteger y divulgar la cultura; por ejemplo, editaron la discografía de Silvio y las ganancias de este producto han sido destinadas a la cultura cubana.

Se hizo una convocatoria en Cuba para que todo el país tuviera representación en el parlamento. Gracias a las votaciones populares, Silvio ganó un puesto, fue elegido como diputado, y en este sentido aclara: "Ser diputado para mí es acudir a un llamado de la patria y no convertirme en un político".

Se hace el desayuno, lee durante una hora (por lo menos) todos los días, se queda en casa o va a la oficina. Todavía suele viajar a San Antonio de los Baños, toma una lancha y cruza el río, llega a su pueblo y se reencuentra con las canciones de su infancia, con las calles por las que corría con los amigos, con él mismo.

Como se puede apreciar, la canción de Silvio es una que posee una gran complejidad debido a la gran variedad de elementos que la han formado. Por esta razón Silvio ha descrito su canción como una especie de Frankestein del pentagrama:

"Tiene una hibridez escalofriante; tiene de todo lo que sé, de lo que imagino, e incluso de cosas que sabré mañana"



Obrero de la canción


Silvio se define como un obrero de la canción, con la salvedad de que estas melodías lo colocan ante un público y eso lo hace famoso. ¿Eso le importa? Poco, la verdad sea dicha. Prefiere ilusionarse con el hecho de que en el mundo haya menos injusticia e hipocresía, soñar que la gente se fije menos en lo banal y trabaje por lo que realmente es importante. No le preocupa la fama, ni la ropa que usa, no se considera un animal de escena, simplemente lleva la música dentro y un montón que letras que van formando las canciones que ha interpretado en el mundo entero.

¿Y qué queda? Queda un hombre: Quedan cientos de hombres, cientos de mujeres que han sido educados no sólo en el socialismo gracias a Silvio, no sólo en el amor gracias a Silvio, no sólo en la bondad gracias a Silvio. Quedan miles de personas que han sido educadas en un estilo de vida que es, objetivamente, el más justo.

Además, queda una música que parece querer dar guerra unos cuantos años más, un cantante que esperemos alcance la longevidad de tantos trovadores cubanos, una guitarra que se ha multiplicado y en cada uno de sus admiradores ha logrado arrancar acordes insospechados, inauditos, inasibles en ocasiones.

Y quedan miles de canciones, millones de poemas, de odas al amor, a la vida, al hombre. Quedan los versos más tristes y los más jubilosos que jamás se han visto acompañados por tan sublime melodía.

Nos queda Silvio Rodríguez, lo cual es digno de toda alabanza. Y a él le quedamos nosotros, que no somos pocos. Todos salimos ganando.

18 de mayo de 2009

LA VIDA, ESE PARÉNTESIS (QUE SE CIERRA)

“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas,
de pronto, cambiaron todas las preguntas”
Mario Benedetti


El paréntesis de la vida se ha cerrado, el exilio definitivo para Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia ocurrió el domingo, mientras el poeta de ochenta y ocho años dormía en su casa de Montevideo, Uruguay. Esta vez, el “desexilio” no será posible sino a través de la memoria, de sus más de 80 libros escritos, de tantos poemas, cuentos y novelas que han gustado a más de una generación.

Cuando supe la noticia, lo primero que vino a mi mente fue el recuerdo de la época en que estudiaba bachillerato, la edad en que descubrí sus textos a través de los Poemas de Otros y me identifiqué de inmediato con el hombre que mira la luna – “es decir la miraba /porque ella se ocultó tras el biombo de nubes” – junto a otros doce que miran al cielo, la tierra, la niebla y hasta a otro hombre que también mira.

Sonetos amorosos que se entreveran en la denuncia por el exilio y la persecución que padeció por la policía de su país que lo buscó en Argentina, Perú, México, Cuba y España, hasta que al fin pudo volver a su patria. Fue entonces que acuñó el concepto del “desexilio”, que significaba volver al lugar de origen, reconocerlo y reencontrarse con recuerdos de quince años atrás.

El exilio está presente en gran parte de la obra de Benedetti, quien va contando sus versos que son como un ladrillo para mostrar al mundo como es su casa. “Cómo saber que las ciudades reservaban/ una cuota de su amor más austero/ para los que llegábamos/ con el odio pisándonos la huella/ cómo saber que nos harían sitio entre sus escaseces más henchidas/ y sin averiguarnos los fervores/ ni mucho menos el grupo sanguíneo / abrirían de par en par sus gozos/ y también sus catástrofes / para que nos sintiéramos igualito que en casa”.

Así, desde el exilio, da voz a los presos políticos de la época de la dictadura en Uruguay, tiempo en el que “hasta el fútbol se acabó, se fueron los buenos jugadores y después vino la crisis económica”. Una de sus novelas, Primavera con esquina rota, narra de manera fácil las esperanzas de un hombre que vive en Libertad, -paradójico nombre que lleva una cárcel- y una serie de personajes que giran alrededor de éste: su hija Beatriz, su padre, su esposa y sus amigos.

Antes de encontrarse con su vocación, Benedetti fue empleado de oficina, ahí hizo de cajero, contador, vendedor y taquígrafo por el mismo sueldo “que me pagan, es lógico, en cada veintinueve/ por tener los libros rubricados al día/ y dejar que la vida transcurra, / gotee simplemente / como un aceite rancio”.

En esa época nació su pasión por la lectura, aunque solamente podía adquirir libros baratos. Fue entonces cuando encontró una edición de poemas de Baldomero Fernández Moreno y descubrió que los poemas que leía describían las mismas alegrías y penas que él sentía.

De esa manera comenzó a escribir, primero solo para la joven Luz López Alegre, el gran amor de su vida con quien habría de casarse en marzo de 1946. Con ella permaneció siempre, hasta que ella cerró su propio paréntesis en abril de 2006.

Benedetti hablaba de la muerte para poder soportarla. “Admitir la muerte es un modo de restarle importancia”. En una entrevista acerca de su libro La vida ese paréntesis…, el poeta comentó el tema de la vida y la muerte: “Creo que la vida es un paréntesis entre dos nadas. Yo soy ateo, no creo en Dios ni nada por el estilo. Hay gente que tiene sus creencias religiosas y tiende a sentir que después de la muerte está el Paraíso, o el Infierno, porque muchos han hecho mérito para ir al Infierno. Yo creo en un dios personal, que es la conciencia: a ella es a la que le debemos rendir cuentas cada día.”

“Después de todo, la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida”.










EPPUR SI MUOVE XXI
(y sin embargo, se mueve)

Digan lo que digan, Fidel tiene razón. Solamente hay que ver que las primeras noticias sobre el brote aparecieron el 30 de marzo, es decir, 16 días antes de la llegada de Barack Obama a México. Casualmente, después de la primera noticia los medios no informaron nada más, sino hasta el 17 de abril, cuando el presidente estadounidense ya no estaba en nuestro país.
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